domingo, 2 de diciembre de 2012

Libia y Siria. Elementos para clarificar la posición de Askapena




Las intervenciones imperialistas de la OTAN en el siglo XXI han generado un debate que se revivifica en cada nuevo conflicto internacional. Desde Yugoslavia hasta Libia, el papel de la OTAN ha querido ser legitimado por una parte de la izquierda que "en nombre de la libertad del pueblo" ha llegado ha justificar el bombardeo y asesinato de ese mismo pueblo utilizando el eufemismo de las intervenciones humanitarias. Incluso se ha creado todo un vocabulario específico para revestir todas estas intervenciones con un halo de bondad: cascos azules, misiones humanitarias, ejércitos libres, consejos nacionales de transición, medios independientes... Toda una cortina de humo construida para impedir la observación de las reglas bajo las que se mueve la política de bloques y sus contradicciones interimperialistas, las intervenciones otanistas y los intentos de Estados Unidos por mantener la hegemonía de un mundo pretendidamente unipolar.

El documento de la organización internacionalista vasca Askapena, que publicamos en este blog hecho desde el Pueblo Trabajador Andaluz, aporta un análisis clarificador en torno a estos conflictos centrándose en los dos últimos casos, Libia y Siria. Nosotros, como comunistas, entendemos que nuestra posición ante los casos libio y sirio no puede reducirse a la dicotomía impuesta por las potencias imperialistas o las organizaciones izquierdistas que, consciente o inconscientemente, hacen el juego al imperialismo. Por eso, hoy más que nunca, urgen posicionamientos desde ópticas antiimperialistas y de clase.




Es inaplazable fijar nuestra lectura política acerca de Libia y Siria en el marco de las denominadas "revueltas árabes". Sin lugar a dudas estamos frente a un escenario complejo y a su vez clave para el imperialismo en su intento de remodelar una región imprescindible para el mantenimiento de sus intereses estratégicos. Para ello, teniendo en cuenta el amplio debate abierto en el seno de la izquierda mundial y de su carácter sumamente polarizado, cuando no beligerante, tenemos antes de todo que identificar los ejes alrededor de los cuales se enfrentan las diferentes posiciones para después asentar la nuestra.


1. Coordenadas del debate


El primer desafío a la hora de abordar la situación libia o siria reside en el problema de los hechos. Saber a ciencia cierta lo que esta ocurriendo allí, se torna especialmente complicado por dos razones:

  • una razón estructural ligada a la tergiversación, manipulación y mentira característica del uso interesado por parte de las trasnacionales mass-mediáticas de la “información” que en el caso de Libia y Siria está llegando a niveles demenciales (construcción de escenarios artificiales para rodar acontecimientos políticos ficticios).

  • una razón ligada al poco conocimiento que históricamente se ha tenido de estas regiones y luchas (incluid@s nosotr@s) lo que implica la inexistencia de contrapartes y fuentes de confianza directamente vinculadas al escenario en cuestión.


El segundo problema, una vez superado el primero, reside en el problema de la explicación de los hechos. Establecer un marco explicativo de lo que está sucediendo, un mapa de los intereses internos y externos en juego en estos conflictos varía según las coordenadas teórico ideológicas utilizadas por los agentes.

Finalmente el tercer problema, una vez superado los dos primeros, reside en el problema de qué se hace con estos hechos explicados. Aquí de lo que se trata es de las diferentes posiciones políticas tomadas por los agentes una vez los hechos recabados, explicados según sus marcos teórico-ideológicos, teniendo en cuenta las características propias de sus respectivos espacios de intervención y de las prioridades de sus respectivas estrategias políticas. Es decir, se puede compartir la existencia de los mismo hechos y el marco explicativo de estos últimos sin por ello compartir una misma posición política (hablar desde Europa no es lo mismo que hablar desde medio-oriente; hablar desde un partido o un gobierno no es lo mismo que hacerlo desde un movimiento popular; hablar a un pueblo conscientizado no es lo mismo que hablar a un pueblo apático y alienado).

En este sentido, expondremos a continuación las principales posiciones políticas acerca de los conflictos abiertos en estos pueblos, posiciones que, por lo tanto, derivan de:

  • una determinada versión de los hechos (existencia de bombardeos o no, existencia de manifestaciones o no, etc.)
  • una determinada explicación  teórica ideológica  de estos hechos (desde posturas que ven falso porque obsoleto utilizar la teoría del imperialismo pasando por planteamientos donde se impone la teoría de la explotación de clase sobre la teoría de la opresión de los pueblos, etc.)
  • las características de los agentes (partido, movimiento popular, gobierno, etc.) y de los espacios donde intervienen (Medio Oriente, Europa, Euskal Herria, Abya Yala, etc.).


2. Posiciones

Podemos identificar, simplificando un poco, tres posiciones (obviando la sostenida por los agentes directos del imperialismo) en función de las cuales definiremos nuestra posición:

  • la posición progre occidental (basada en explicación a-clasista y a-imperialista) que consiste en "defender el derecho a la intervención humanitaria para salvar a los pueblos de sus respectivas tiranías"
  • la posición "izquierdista" (basada en explicación anticapitalista/clasista) cuya lectura consiste en apoyar directamente " al pueblo en armas contra sus respectivos regímenes capitalistas-dictatoriales" negando el carácter antiimperialista de estos gobiernos o al menos priorizando su carácter autoritario y capitalista, pero oponiéndose a una intervención militar externa.
  • la posición "nacionalista revolucionaria" (basada en explicación antiimperialista) cuya lectura consiste en apoyar directamente "a los gobiernos antiimperialistas de un ataque interno/externo de las fuerzas imperialistas/reaccionarias" negando la existencia de revueltas populares (montaje) y el carácter represivo de los gobiernos, equiparándolos  con los gobiernos bolivarianos.



3. Elementos para una posición de Askapena


A. Intereses del Imperialismo

Partimos desde la base que bajo ningún punto de vista, ni teórico ni histórico, las potencias capitalistas-imperialistas intervienen militarmente para defender algo parecido al bienestar general, la democracia o los derechos humanos. Nunca lo hicieron y nunca lo harán por la simple razón de ser los principales beneficiarios de un sistema que se asienta, a pesar de los cantos de sirenas de la ideología dominante, en una lógica de explotación y dominación inherentemente contradictoria con los nobles valores que dicen defender.

Partimos desde la base que el modus operandi del imperialismo combina según las necesidades y la correlación de fuerza:

·         a nivel económico: un saqueo y sobreexplotación silenciosas a través de sus trasnacionales de la fuerza de trabajo y de los recursos de los pueblos
·         a nivel político: chantajes/ presiones/ para desestabilizar pueblos no alineados político-ideologicamente
·         a nivel militar: intervenciones encubiertas o abiertas (guerras de baja o alta intensidad)
·         a nivel cultural ideológico: un cínico discurso basado en el derecho de intervención por causas humanitarias y derechos humanos

Partimos desde la base que, en el caso concreto de los conflictos que pretendemos analizar en esa región, el imperialismo ya había marcado posiciones estratégicas desde septiembre del 2001 mediante las declaraciones de Wesley Clark (general retirado del ejercito de los EE.UU y comandante supremo de la OTAN durante la guerra de Kosovo) en la que establecía la lista de países donde se iba a dar una intervención militar: Irak, Libia, Siria, Líbano, Somalía, Sudán e Irán.

Finalmente en el caso libio, esto se tradujo en la defensa de los intereses siguientes: apropiarse del crudo de alta calidad que detiene este país y desplazar a trasnacionales chinas activas en le territorio; desactivar el papel que seguía teniendo Libia como impulsor económico y político de la unidad africana; por otro, controlar e incidir políticamente en el escenario de cambio abierto en la región tras las revueltas que sacudieron los países vecinos de Egipto y Túnez y finalmente, introducir un enclave militar para que el AFRICOM pueda intervenir directamente en el control del tan preciado continente africano.

En el caso sirio, su condición de Estado no alineado con el eje sionista-imperialista (relaciones con Irán, Hizbula, Palestina) la presencia de importantes reservas de gas en su subsuelo, su ubicación geográfica estratégica para el transporte de gas (gasoconducto desde  Qatar hacia Turquía) y para un posible enfrentamiento militar con las potencias asiáticas (Rusia y China) son algunas de las principales razones que empujan al imperialismo y sus aliados (Turquía, Qatar, Arabia saudí) a intervenir.



B. Características generales del escenario tunecino y egipcio

Partimos desde la base de que en Túnez sobretodo pero también, aunque en menos medida, en Egipto, se han dado revueltas genuinas aunque poco ideologizadas y organizadas. Tanto los gobiernos a los que se oponían (dictaduras fantoches del imperialismo yanqui y europeo) y el carácter popular en cuanto a extracción social y reivindicaciones de la mayoría movilizada ("pan, libertad y dignidad nacional") hicieron de esas rebeliones acontecimientos de carácter histórico obligando al imperialismo a rediseñar su estrategia en la región.

Otra cosa es que tanto de un lado como de otro, rápidamente después del derrocamiento de Ben Ali y Mubarak, la clase dominante local junto a las potencias imperialistas encauzaron esta rebeldía desarticulada, institucionalizándola, cambiando algo a nivel interno (ausencia de elecciones por presencia de  elecciones) para que no cambie fundamentalmente nada (sigue el carácter represivo y ni hablar del modelo socio-económico que defienden tanto Nahda en Túnez como los Hermanos Musulmanes y la junta militar en Egipto). Eso sí, hay que remarcar que a nivel externo, la enorme simpatía que muestran las bases sociales por la causa palestina obliga a sus respectivos gobiernos a tener posiciones no tan alineadas con el sionismo. De hecho, muchos análisis ven en la llegada al poder de esa fuerzas islamistas prooccidentales una nueva posible baza estratégica para el imperialismo occidental de cara al control de la región, desplazando de esta manera la histórica prioridad y funcionalidad (cada vez más costosa) del Estado sionista de Israel.

De todas formas frente a estas rebeliones parcialmente reconducidas por el establishment, cabe recordar un hecho histórico de gran calado: que las revoluciones (sociales y políticas) son procesos largos, con flujos y reflujos, y que empiezan con planteamientos cortoplacistas superando poco a poco sus contradicciones y limitaciones ganando, mediante la lucha, experiencia/conciencia y proyección revolucionaria. Las mismísimas revoluciones rusa y cubana empezaron por planteamientos sin gran calado revolucionario (respectivamente, pan, tierra y paz y planteamiento soberanista pro constitución previa a Batista). La gran diferencia es que estas reivindicaciones eran las que una organización revolucionaria planteaba a su pueblo para interpelarlo y progresivamente aumentar su conciencia política condición sine qua non para desarrollar un proyecto de carácter revolucionario. En este sentido, el proceso bolivariano también empezó con una apuesta por la tercera vía (ni capitalismo ni socialismo) y rápidamente como respuesta a la contrarrevolución escuálida (golpe, paro petrolero, etc.) tuvo que asumir que el proceso sería socialista o no sería.

Como ejemplo que nos puede ayudar a hacer un análisis pormenorizado de las rebeliones tunecinas y egipcias, tomemos el caso argentino de rebelión popular del 2001 (con sus asambleas barriales, piquetes, fábricas recuperadas, derrumbe del bipartidismo, etc.) ya que también carecía de una conducción política organizada. Estas movilizaciones de masas, si bien a nivel político económico no implicaron un cambio cualitativo, a nivel subjetivo dieron lugar a una generación nueva de militantes estableciendo un nuevo paradigma ideológico desde donde pensar la política. No es mucho, pero claramente fue un punto de inflexión en la historia de la lucha del pueblo trabajador argentino. De la misma manera, en Túnez y en Egipto estamos frente a un acontecimiento donde se ha sembrado mucho pero todavía no se ha cosechado gran cosa. Lo que está claro es que el avance a nivel subjetivo (capacidad organizativa y conciencia política) abre nuevas posibilidades en la lucha de estos pueblos.


C. Características generales del escenario libio y sirio

Finalmente, partimos desde la base que tanto el antiguo gobierno libio y actual gobierno sirio (al igual que el antiguo gobierno iraquí) tuvieron a lo largo de su historia caracteres sumamente contradictorios (que se agudizaron en la última década) que ni permiten equipararlos con la apuesta radicalmente transformadora de los  gobiernos bolivarianos ni tampoco con los gobiernos fantoches hegemónicos en esta zona (gobierno caído de Túnez, Egipto y las actuales monarquías reaccionarias proimperialistas de marruecos, Arabia saudí y Qatar por ejemplo).

Estamos hablando de gobiernos con un notable apoyo popular que combinan a nivel interno claras medidas de corte social con un alto grado de autoritarismo y represión ( "Estado de excepción" declarado desde 1963 hasta 2011 en Siria) y a nivel externo apuestas no alineadas con los intereses del imperialismo yanqui-europeo. Si el  gobierno de Gadafi a nivel geopolítico había perdido gran parte de su peso antiimperialista, el caso sirio es un claro ejemplo de un gobierno que más allá de su apuesta neoliberal de la última década (fomentando la privatización e inversión/intervención del capital trasnacional) seguía con un peso geopolítico clave en el eje antisionista/antiimperialista de la región. Su apoyo a Irán, Hezbollah y a la causa palestina es prueba de ello. El apoyo que recibe por parte de Rusia y China se debe principalmente a intereses geoestratégicos de estas dos potencias basado en los recursos petroleros y gas de la región, en la salida al mar mediterráneo (base naval Tartuss) que le provee a rusia y finalmente en el hecho de que sea una zona geográfica tapón que frena la presencia militar yanqui-europea cerca de estas dos potencias asiáticas.

Ahora bien, está claro que más allá del cierto bienestar socio-económico asegurado por los gobiernos sirio y libio, razones no faltan para manifestarse y exigir cambios. Eso sí, que haya razones para ello (y de hecho las hay hasta en los pueblos más avanzados en su proceso de liberación) no implica que éstas sean la razones que hayan empujado a la gente a manifestarse. Aquí como allá, las movilizaciones, concentraciones, etc. no son de por sí de carácter emancipatorias. Depende de quién se manifiesta y sobre todo para qué (denunciar los recortes y las detenciones no es lo mismo que pedir la ilegalización del aborto o de una organización política revolucionaria...). La historia de la lucha de clases está plagada de ejemplos en los que los sectores populares junto a la clase media atemorizada y alienada salen a la calle con reivindicaciones claramente prosistémicas cuando no reaccionarias.

Yendo un poco más lejos podemos no solamente asumir que razones hay y hubieron para manifestarse sino que sin duda, algunas de ellas fueron y son presentes en las movilizaciones buscando un verdadero cambio en clave emancipatoria (aunque carezcan de organización y estrategia unificada). En el caso sirio, desde estos parámetros solo algunas fuerzas políticas tratan de incidir de forma organizada pero a duras penas en este convulso escenario: la Coordinadora Nacional para el Cambio Democrático conformada por partidos y organizaciones de izquierdas con representación en el interior del país: entre ellos el Partido Árabe Socialista Democrático, el Partido Comunista del Trabajo Sirio, el Baaz Democrático Árabe Socialista, la Coalición de Izquierda Marxista o el Partido de la Izquierda Kurda en Siria.

Dicho esto, igual de cierto es que la mayoría de las manifestaciones tanto en Libia como en Siria fueron finalmente encauzadas cuando no directamente impulsadas por agentes externos e internos que apostaban por un cambio de régimen en clave proimperialista y reaccionaria. La composición de los insurgentes libios y la situación desastrosa (político económica) post agresión en Libia, para no hablar de la de Irak, es prueba de ello. La composición de determinados sectores de la oposición atrincherados en el Consejo Nacional Sirio y en la reciente coalición opositora patrocinada por EE.UU y Francia o en el autodenominado Ejercito Libre Sirio además de fomentar o practicar métodos de lucha despreciables (asesinatos en masas, torturas, violaciones, etc.) piden ya oficialmente un intervención militar además de la ya oficial entrega de armas/asesoramiento y envío de mercenarios por parte de la OTAN y estados del golfo (Arabia saudí y Qatar). El proyecto político que defienden combina liberalismo económico (es decir capitalismo en su faceta neoliberal) con un conservadurismo reaccionario político-cultural.

De todas formas, no es de gran importancia saber a ciencia cierta si fueron manipuladas desde el inicio o fueron enseguida desvirtuadas (el imperialismo se ha lucido a lo largo de su existencia en las dos tácticas) ya que la conclusión es la misma: la oposición y los grupos armados tanto en Siria como en Libia están hegemonizados por sectores internos y externos que no pretenden bajo ningún concepto favorecer los intereses de los pueblos trabajadores implicados y ni hablar de los intereses de los otros pueblos de la región.



4. Posición de Askapena


Estos son a grandes rasgos los hechos explicados en base a nuestro planteamiento teórico ideológico. Un planteamiento ideológico que asume la teorías de la explotación capitalista y de la dominación imperialista y por lo tanto se opone frontalmente a la posición numero 1 "progre occidental".

Por otro lado un planteamiento teórico-ideológico que se niega a situar el problema de la emancipación de los pueblos trabajadores en el  marco reduccionista de la explotación de una clase trabajadora mundial por una burguesía mundial ya que esta explicación deja de lado el papel, cuando no la existencia, de los pueblos como realidades diferenciadas dotadas de una historia propia de lucha, y de una inserción geográfica y económica y por lo tanto geopolítica singular. En este sentido nos apartamos de la explicación en la que se asienta la posición 2 "izquierdista"

Finalmente  un planteamiento teórico-ideológico que se niega a situar el problema de la emancipación de los pueblos trabajadores en el marco reduccionista de la opresión de un pueblo por otro ya que esta explicación deja de lado las contradicciones internas de clase presentes en cualquier pueblo. En este sentido nos apartamos de la explicación en la que se asienta la posición 3 "nacionalista revolucionaria"

De ahí nuestra posición que combina elementos de la segunda y de la tercera (la primera,la “progre”, siendo en el mejor de los casos de una ingenuidad intolerable y en el peor de un cinismo proimperialista a combatir):
"el imperialismo consiste justamente en la articulación de relaciones de explotación de clase y de opresión nacional. El imperialismo no es la opresión de un pueblo por otro, ni la explotación por parte de una burguesía mundial de una clase trabajadora mundial. El imperialismo es la cristalización de las relaciones de poder asimétricas que atraviesan un mundo divido en clases (explotadoras y explotadas) y pueblos (oprimidos y opresores)."

Por lo tanto, al igual que en Irak, nuestra posición con respecto a libia y siria pasa por denunciar la intervención militar que ésta sea abierta o encubierta sin caer en la trampa de caer en elogios acríticos para con sus respectivos gobiernos ni tampoco equipararlos a los agentes del imperialismo (como si fuera un conflicto interimperialista). Tenemos que ser muy cuidados@s a la hora de marcar posición política ya que intervenimos en un contexto donde la correlación de fuerzas en general e ideológica en particular juega en nuestra contra. Bien a nuestro pesar todas nuestras posiciones tienen que jugar con un contexto adverso, saturado del discurso enemigo y con muy pocos recursos para contrarrestarlo. En este sentido tenemos que ser muy precavid@s para que nuestras buenas intenciones no sean malinterpretadas, tergiversadas y se vuelvan en nuestra contra o peor aun en contra de los procesos o sectores en lucha que defendemos.

Además, nuestro condición de movimiento popular que trabaja para la liberación de su pueblo desde el internacionalismo nos obliga a priorizar determinados aspectos de cada conflicto de cara a alimentar eficazmente la construcción de una Euskal Herria internacionalista. En algunos casos ponemos el énfasis en el  modelo alternativo que construyen determinados pueblos y gobiernos (Cuba, Venezuela, etc.) y en otros casos al estar involucrados gobiernos que no encarnan verdaderas alternativas políticas emancipatorias nos limitamos a denunciar los ataques que sufren por parte del imperialismo reivindicando el derecho del pueblo atacado a resolver soberanamente sus problemas políticos internos sin injerencia alguna.

Por lo tanto el mejor aporte solidario que le podemos brindar al pueblo trabajador sirio y a las pueblos de la región en la coyuntura actual es redoblar esfuerzos de cara a la concientización de nuestro pueblo en la denuncia del imperialismo en todas sus modalidades de intervención, con un especial énfasis en remarcar el papel del imperialismo español y francés encuadrados en la OTAN que ni aquí ni allá respetan los derechos fundamentales individuales y colectivos de los pueblos trabajadores. Llevando acabo este tipo de denuncia aportaremos a corto plazo un granito de arena más en el intento de frenar el imperialismo en esta región, y a largo plazo estamos alimentando la construcción de una Euskal Herria antiimperialista, internacionalista componentes fundamentales para la consecución de nuestro objetivo estratégico.