miércoles, 21 de marzo de 2012

La cuestión nacional y social desde una óptica juvenil durante la Insurrección Militar Fascista de 1936-1939






Encontramos un hueco en nuestras obligaciones militantes más urgentes para volver con un texto que sin duda creara polémica entre el marxismo-leninismo andaluz. Bienvenida sea si nos alumbra algo más el camino hacia el socialismo y la soberanía nacional. En unos momentos en que la clase obrera andaluza está sufriendo la intensificación de la explotación capitalista de nuestra tierra en sus propias carnes sabemos que es cuando muchos antiguos camaradas de lucha vuelven a preguntarse porqué dejaron de luchar. Sabemos que este sencillo blog está sirviendo para que algunos se re-encuentren con el camino antes abandonado y vuelvan al combate asumiendo nuevas reflexiones y análisis.


El texto que publicamos es un análisis sobre una cuestión fundamental; las tradición política y militante de la que nos reivindicamos. Escrito por Cristóbal García Vílchez y titulado "La cuestión nacional y social desde una óptica juvenil durante la insurrección militar fascista de 1936-1939" es un ejercicio de análisis inédito hasta ahora. Y nunca antes la izquierda antiimperialista andaluza había asumido situarse entre las distintas organizaciones juveniles anteriores al golpe del 36. El andalucismo revolucionario de Blas Infante nos ofrece unos referentes ideológicos indispensables y bastos, pero en el caso de la juventud el vacío hacía obligada este documento que ahora compartimos con nuestros lectores.


Por nuestra parte seguimos alimentando las tesis de la izquierda inconsecuentemente españolista, que nos descalifica atribuyéndonos un carácter pequeño burgués que solo ellos poseen con sus "restricciones ideológicas" para hacerle el caldo gordo al nacionalismo español. Escribió Cervantes aquello de "Ladran, luego cabalgamos".


_____________________________________________________________





La cuestión nacional y social desde una óptica juvenil durante la Insurrección Militar Fascista de 1936-1939


Este año, coincidiendo con el 75º aniversario de la fundación de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), las juventudes del PCPE, los CJC, homenajeaban a quienes, según los CJC, “fueron el máximo exponente de organización y conciencia de la juventud combativa en el Estado Español.” (1). Esta campaña de homenaje y de identificación plena de la trayectoria de las JSU fue lo que me llevó a reflexionar sobre los referentes de uno de los colectivos comunistas de carácter estatal que hoy día suman mayores fuerzas militantes. No sólo eso, sino además, a investigar el papel de las JSU durante el contexto de Insurrección Militar Fascista (2) entre 1936-1939 y sus estrategias, teoría y práctica ante lo que se estaba produciendo en el Estado Español de la época.

La II República Española y el estallido de la Insurreción Militar Fascista

La II República Española, si por algo se caracterizó, fue por seguir manteniendo la estructura de dominación colonial que le había precedido. Pese a las afirmaciones románticas de la izquierda españolista, la II República Española, más allá de nomenclaturas, progresismo burgués y reformas, no supuso ni conllevó ningún cambio consustancial en la situación de la clase obrera y campesina andaluza.

La Constitución de la II República Española en su Título Primero, Organización Nacional, artículo nº8, decía lo siguiente: “El Estado Español, dentro de los límites irreductibles de su territorio actual, estará integrado por Municipios mancomunados en provincias y por las regiones que se constituyan en régimen de autonomía.

Los territorios de soberanía del norte de África se organizarán en régimen autónomo en relación directa con el Poder central”.

En su artículo nº13, acerca de las “autonomías”, decía lo siguiente: “En ningún caso se permite la instauración de regiones autónomas”.

Estos dos artículos muestran claramente el carácter colonialista y continuador del Imperio Español de la II República Española. A las colonias africanas, “territorios de soberanía”, se les otorgaba un régimen “autónomo”. Pero resultan ser conceptos contradictorios el de autonomía y el de colonialismo. El primero es real si un Pueblo es libre y soberano para ser autónomo, sin ser un sujeto sometido a un poder exterior e impuesto. El segundo, es antagónico al concepto de autonomía y es el que ha caracterizado la estructura territorial, política y económica de todos los estados españoles hasta la actualidad. En consideración de estas premisas, defender, celebrar, u homenajear a la II República Española es, como mínimo, una traición a todos los pueblos bajo el yugo imperialista español. Y en cuanto a las organizaciones revolucionarias se refiere, dicta mucho de la lucha anticolonialista y antiimperialista que toda organización marxista-leninista ha de emprender sin excusas.

La II República Española, como los anteriores estados españoles, basaron su sistema de dominación en dos ejes centrales: unidad de la patria y propiedad privada. Y estos dos ejes centrales fueron los que, tras sucesivos gobiernos de un color y otro –todos ellos sometidos a legalidad burguesa españolista- fueron allanando el camino para la irrupción del fascismo que acabaría con la burguesa y colonialista II República Española. De hecho, pese a las reformas que “amenazaban” los privilegios de terratenientes, Iglesia Católica y burguesía, ésta seguía situándose en un lugar privilegiado respecto a las clases populares de los distintos pueblos oprimidos por el Estado Imperialista Español. El problema, tanto en la pasada década de los treinta, como ahora, no era de reforma; sino de Revolución. El problema, ayer como hoy, no era de mayor o menor grado de “autonomía”; sino de Independencia. Y el problema, en la II República Española como en el Régimen Borbónico Español actual, no es coyuntural, sino estructural. No es el tipo de “España”, sino la propia España.

La II República Española no podía sobrevivir sin apagar todo intento revolucionario a través de la violencia característica de todo régimen españolista. Era, en la práctica, un estado colonial y reaccionario que seguía impidiendo la liberación nacional de los pueblos oprimidos y la liberación de clase de las clases obreras andaluza, castellana, gallega, catalana, vasca, cántabra, asturiana, aragonesa, valenciana, balear, extremeña, canaria, rifeña, saharaui y guineana. Era una estructura de dominación que sólo podía mantenerse por medio de la fuerza y la dependencia. Como anécdota, habría que preguntar a aquellas y aquellos militantes de la izquierda españolista, cómo se atreven a defender la independencia del Sáhara de su opresor marroquí, y acto seguido, enarbolar una bandera que representa a un estado que como Marruecos, oprimía, subyugaba y negaba la soberanía nacional y popular del Pueblo Trabajador Saharaui.

Todo plan revolucionario y emancipador fue ahogado por las Fuerzas de Ocupación Españolas: Octubre de 1934 en Asturias, Casas Viejas en el 11 de enero de 1933… todas estas tentativas fueron reprimidas por las fuerzas de “orden” de la II República Española. Aquellos actos de rebelión fueron enfrentados por la misma jerarquía militar que años más tarde organizaría el Golpe de Estado que dio lugar a la Insurreción Militar Fascista.

Se hace necesario romper con toda la mitología republicano-estatalista españolista que en nuestra tierra niega la situación histórica de dominio colonial que el Estado Español ha ejercido y sigue ejerciendo como tal. Tanto en su forma republicana como monárquica. España fue, es y será un instrumento de dominio de sus clases dominantes contra los pueblos y las clases trabajadoras. La izquierda españolista no sólo oculta esta realidad, sino que trata de esconderla tras teorías antidialécticas que nada tienen que ver con organizaciones marxistas revolucionarias. Uno de los mayores teóricos marxistas que analizaron la cuestión nacional desde una perpesctiva de clase, V.I. “Lenin”, dijo lo siguiente: “El error de la izquierda centralista reside en el hecho que por temor a hacer el juego al nacionalismo burgués de las naciones oprimidas ha beneficiado no solamente al nacionalismo burgués, sino también al nacionalismo ultrareaccionario de la nación opresora” (3). El tercerrepublicanismo españolista no sólo beneficia a la burguesía española, sino que además afianza y legitima el modelo territorial y económico colonial.

La II República Española, como la actual monarquía constitucional heredera de la dictadura franquista, se caracterizó por no llevar a cabo una depuración en las instituciones estatales. No hubo ruptura democrática, como en el actual Estado. Sólo un lavado de cara y un sueño ilusorio para volver a engañar a las clases populares y hacer así que aceptasen el nuevo “cambio” para que nada cambiase. Después de todo y pese a meras mejoras genéricas, la realidad era más España y más Capitalismo. Fue ésta una situación propensa para el alzamiento militar fascista. Cuando quienes formaban parte de las Fuerzas de Ocupación Españolas visualizaban una hipotética pérdida de privilegios de las clases dominantes, comenzaron a organizar un cambio de orden que garantizase el poder absoluto de la burguesía, la unidad territorial y el sometimiento de las clases trabajadoras. Fue la II República Española la principal responsable de la Insurrección Militar Fascista al mantener en sus órganos a individuos que no renunciaban a un cambio de modelo más reaccionario aún que el republicano español. Como consecuencia, el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936.


Las JSU, la JCI y la cuestión unitaria durante el período de 1936-1939

Las JSU eran las juventudes unificadas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y del Partido Comunista de España (PCE). Éstas pertenecían a la Internacional Juvenil Socialista (IJS) e intentaron el acercamiento y entendimiento con la Internacional Juvenil Comunista (IJC). Tras el estallido de la guerra, las JSU siguieron la táctica del Frente Popular defendida por la Internacional Comunista dirigida y controlada por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Esta táctica fue puesta en marcha en el campo juvenil con el Frente de la Juventud que, en la práctica, venía a unir a las organizaciones juveniles de clase con las organizaciones juveniles republicanas de carácter pequeño-burgués. Unidad en torno a defender la “República democrática” frente a las agresiones del fascismo español e internacional. Tras el Congreso Nacional de las JSU celebrado en Valencia en 1937, la táctica de Frente de la Juventud fue superada por la Alianza Nacional de la Juventud Española para la defensa de la patria y se tomó la decisión de admitir en las listas de las JSU a cualquier joven español, sin distinción de clases o ideología.

La proclama defendida tras el Congreso de Valencia, era “unidad de toda la juventud española en una única organización” (4) y la unidad pasaba por aceptar a todo joven “español”; comunistas, socialistas, republicanos, burgueses, católicos e incluso a los fascistas descontentos con la política de Franco. Así es como las JSU daban la espalda a toda coherencia revolucionaria subordinando sus intereses de clase a la defensa de la patria españolista y de la República burguesa. La reconciliación de clases, incluso en tiempos de enfrentamiento bélico, debe ser rechazada por todo marxista revolucionario/a.

Por el contrario, ante esta deriva reformista e interclasista de las JSU en pleno enfrentamiento armado entre las clases trabajadoras y el fascismo levantado en armas, existía una alternativa de clase, marxista-leninista y unitaria; ésta era la Juventud Comunista Ibérica (JCI), las juventudes del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). En contraposición a la táctica reformista, españolista y de colaboración entre clases llevada a la praxis por las JSU, la JCI luchó por unificar a toda la juventud obrera y revolucionaria del Estado Español en el Frente de la Juventud Trabajadora Revolucionaria, que integraban las JCI y las Juventudes Libertarias. Aquí no se contemplaban “unidades” con enemigos declarados de la clase obrera, ni siquiera la subordinación de la lucha revolucionaria hacia parámetros reformistas y legitimadores del orden burgués republicano. En el Frente de la Juventud Trabajadora Revolucionaria la disyuntiva era clara e inequívoca: fascismo o socialismo. Por su parte, la JCI, tenían claro que la prioridad de la juventud revolucionaria y marxista no era la de defender la “República democrática” sino de luchar por la República Socialista.

La JCI no rechazaba el ingreso de las juventudes republicanas en el Frente de la Juventud Trabajadora Revolucionaria, pero como premisa y condicionante para tal hecho, las organizaciones republicanas debían de aceptar el carácter de clase y revolucionario del Frente así como sus objetivos.

Guerra y Revolución eran y son inseparables

No eran pocos los motivos que hacían diferentes las estrategias y tácticas reformistas, interclasistas y españolistas de las JSU respecto a la lucha revolucionaria y comunista de la JCI. Las JSU, al igual que todos los partidos defensores del régimen republicano burgués, subordinaron su política revolucionaria a la política reformista de la Internacional Comunista. La táctica del Frente Popular defendida por ésta, fue puesta en marcha por las organizaciones y partidos que formaban parte de la Internacional Comunista. Y la política de Frente Popular entregaba la revolución a la burguesía para defender el sistema de dominación capitalista establecido. Mientras que Hitler y Mussolini apoyaban con soldados, armamento, aviones y barcos a los fascistas dirigidos por Francisco Franco, el gobierno del Frente Popular francés y la URSS se declararon neutrales. Tal neutralidad conllevaba la traición de estos dos gobiernos no sólo a la lucha a muerte entre las clases obreras de los distintos pueblos oprimidos por el Estado Español y la insurrección fascista, sino a toda la clase obrera del mundo. Porque como se podía prever, el triunfo del fascismo español sería un escenario de ensayo para lo que vendría después de la mano de la Alemania nazi, la Italia fascista y el Japón imperialista: la II Guerra Mundial.

Pero el gobierno soviético, finalmente, se vio obligado a apoyar al gobierno republicano gracias a la presión de la población soviética con espíritu internacionalista y solidario. Esta apoyo estaba condicionado desde su origen, ya que el gobierno soviético dirigido por Stalin, comenzó a interferir en el curso de la guerra a cambio de su ayuda. De nuevo, se traicionaba la revolución a cambio de quehaceres que nada tienen que ver con el internacionalismo proletario y la solidaridad entre pueblos. La JCI saludaba el apoyo de la URSS, pero no aceptaba la injerencia del gobierno soviético en la lucha que se estaba llevando a cabo en esos momentos. La crítica revolucionaria de la JCI al papel de control llevado a cabo por la URSS, le supuso la persecución y el comienzo de una campaña de difamación y criminalización que llevaría primero a la censura de su propaganda como organización juvenil del POUM, y después a la eliminación física de muchas y muchos de sus militantes. La defensa del Frente de la Juventud Trabajadora Revolucionaria, la unidad del antifascismo ejemplificada por comunistas y anarquistas, la denuncia de la táctica reformista y patriotera de las JSU y la Alianza Nacional de la Juventud, les costó caro. Ni el Gobierno Republicano Español ni la URSS stalinista iban a aceptar ninguna crítica revolucionaria a la deriva interclasista que entregaba al fascismo el poder.

El POUM y la JCI tenían muy claro que la Guerra y la Revolución eran inseparables. Y esto lo llevaron a cabo en el curso de la guerra; colectivizando fábricas, tierras y medios de comunicación, construyendo escuelas populares, creando las milicias que supondrían el germen de un verdadero Ejército Rojo, etc… Eran partidarios de hacer la Revolución en la retaguardia y de luchar hasta la muerte en el frente. Entendían que la proclama cortoplacista y reformista defendida por el Frente Popular de “primero ganar la guerra, después ya veremos” ponía en peligro las conquistas revolucionarias que tanto la CNT como el POUM habían consumado. El gobierno del Frente Popular sabía de los avances del POUM y la CNT y por ello inició una campaña de criminalización y represión contras ambas organizaciones; eliminación del POUM del gobierno de la Generalidad, cierre de periódicos y radios de la CNT y el POUM, persecución de sus milicias… éstas eran muchas de las acciones que el Gobierno Republicano Español tomó contra las únicas organizaciones revolucionarias que plantaron cara al fascismo sin traicionar a la clase obrera con tácticas reformistas que allanaban el camino para la toma de poder fascista.

Defender que Guerra y Revolución eran inseparables como lo hacía el POUM y sus juventudes, propició la criminalización y represión por parte del PCE y el PSUC como partidos reformistas al servicio de la burguesía republicana. Sostener, como hacían las JSU, el PCE y todas las organizaciones y partidos del Frente Popular, que la guerra primero, suponía entregar la victoria al fascismo. Traicionar a la clase obrera dando ejemplo así de su actitud sumisa respecto a la burguesía. Partidos como el PCE, no sólo traicionaron a la clase obrera durante la llamada Transición sino también durante la guerra llegando a la eliminación física de verdaderos ejemplos de coherencia revolucionaria y disciplina comunista. No sólo acabaron con comunistas, también con anarquistas. Así hicieron posible la victoria del fascismo y la derrota de la clase obrera. De aquellos lodos, proceden estos barros.

La cuestión nacional en el transcurso de la guerra

La cuestión nacional, si bien ya en aquella época y contexto era abordada por algunas organizaciones y movimientos soberanistas y revolucionarios de Cataluña, Galicia y País Vasco, para las organizaciones de carácter estatal y españolista seguía siendo una cuestión ajena a la lucha de clases. En esa misma línea se encontraban las JSU. Veíamos antes cómo esta organización defendía la “alianza de toda la juventud española por la defensa de la patria” en un claro ejemplo del españolismo más reaccionario y reformista. Recuerdan estas palabras a las de los partidos socialdemócratas de la II Internacional cuando defendían la participación de los y las socialdemócratas en la I Guerra Mundial en “defensa de la patria”. Hecho que llevó a Lenin a defender la ruptura con la II Internacional reformista y proimperialista y posteriormente trabajar por la creación de la Komintern (Internacional Comunista). Tanto unos como otros, renunciaron a sus principios comunistas y a la lucha entre clases para entregar sus esfuerzos a la burguesía en el poder. Tanto unos, como los otros, defendían inconsciente o conscientemente estados imperialistas que oprimían a distintos pueblos sin derecho a ser libres y soberanos.

Las JSU eran tan españolistas como hoy lo son las UJCE, las JCE (m-l) o los CJC. Siguen organizándose en torno a las fronteras coloniales españolas, siguen enarbolando banderas imperialistas republicanas, y, lo más importante, siguen sin comprender la importancia de afrontar la lucha por la liberación nacional como un componente más de la lucha de clases. La lucha de cualquier revolucionario y revolucionaria contra toda tipología de opresión no es una opción, sino un deber para con la Revolución Proletaria. La lucha de clases en el Estado Español, está enormemente influenciada por el carácter colonial e imperialista de este estado. España es Capitalismo y Capitalismo es España. España nace para negar, explotar y someter, y no podrá ser más que negación, explotación y sometimiento. Por tanto, luchar por la III República Española, no sólo supone autoreconocerse como continuadores de la I y II Repúblicas Españolas, sino seguir manteniendo el colonialismo como forma de Estado. Por tanto, no es atrevida la afirmación de que nos encontramos, como en el contexto de 1936-1939 con las JSU, con organizaciones que en la actualidad siguen cometiendo los mismos errores y confundiendo a la juventud andaluza en sus tareas revolucionarias y emancipadoras.

De nuevo hay que hablar de la JCI. La JCI defendía como organización revolucionaria y marxista, el derecho de autodeterminación de los pueblos y la independencia política de los mismos, esto es; a crear su propio Estado. La JCI en plena guerra, proclamaba la instauración de la Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas, rompiendo así con el marco territorial y estatal españolista y defendiendo la creación de no una, sino de múltiples repúblicas socialistas: andaluza, gallega, vasca, catalana, asturiana, castellana… ésa era la diferencia en cuanto a la cuestión nacional de las imperialistas y reformistas JSU y de la comunista y soberanista JCI. Teniendo en cuenta las diferencias entre unas y otras organizaciones juveniles, nuestro ejemplo no pueden ser, como para los CJC, las reformistas e imperialistas JSU, sino, por el contrario, la Juventud Comunista Ibérica defensora de la independencia y el comunismo para todos los pueblos oprimidos.

Resulta sintomático que organizaciones que supuestamente defienden el “derecho de autodeterminación” hagan homenajes a organizaciones que tanto en la teoría como en la praxis, se opusieron a ello. Organizaciones que luchaban por “la defensa de la patria y la unidad de todos los jóvenes españoles”. Para los CJC, el reformismo y el españolismo son “ejemplos de unidad” y realizan llamamientos al resto de organizaciones “comunistas” a “recuperar la senda que comenzaron las JSU hace 75 años”. (1) Queda todo dicho cuando vemos qué referentes tienen organizaciones como los CJC, y hemos de dejar claro que en Andalucía, luchar por la recuperación de nuestra Soberanía Nacional y la Revolución Socialista, no es añadir el adjetivo “andaluz” a campañas estatales. A cambiar nomenclaturas órganicas, porque son muestras de la incapacidad de esas organizaciones de romper con el españolismo militante del que hacen gala. Mientras que una organización no analice, se organice, y luche en torno a las fronteras naturales e históricas del Pueblo Trabajador Andaluz, no dejará de ser una sucursal española en Andalucía. Se limitará a agregar el adjetivo “andaluz” a sus campañas pero, más allá de lo superficial, seguirá siendo una organización españolista legitimadora del sistema de esclavitud capitalista y del Estado Imperialista Español.

Cristóbal García Vílchez


Notas: (1) Documento de los CJC homenajeando a las JSU en su 75º aniversario

(2) Término utilizado por organizaciones como el POUM para referirse a la llamada por la historiografía españolista “Guerra Civil”.

(3) “Sobre el internacionalismo proletario” V.I “Lenin”.

(4) “Tres años de lucha” José Díaz.