Empezamos el mes de noviembre con la publicación del artículo publicado en el nº52 de la revista Independencia: "Sobre el internacionalismo proletario: teoría y práctica" de Cristóbal G.V. El artículo sigue la línea de trabajos publicados anteriormente en este blog desde el Pueblo Trabajador Andaluz acerca de la necesidad de construir el socialismo en nuestro país desde concepciones antiimperialistas y con el marxismo-leninismo como guía para la acción.
La lucha ideológica contra el tercerrepublicanismo español, la defensa del principio leninista de análisis específico para realidades y épocas específicas, así como contraponer el "internacionalismo" en torno a las fronteras coloniales españolas con el internacionalismo proletario de las diferentes naciones y pueblos subyugados por el Estado Español, son algunas de las cuestiones abordadas en este texto.
Recomendamos su lectura ya que es en nuestra tierra donde con más cotidianidad que en otras realidades se adoptan posturas antimarxistas abrazando el "españolismo" proletario.
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Sobre el internacionalismo proletario, teoría y práctica
Mucho
se ha escrito sobre internacionalismo proletario, el modo y desarrollo en el
que deben teorizarse y practicarse, este artículo pretende analizar y
clarificar las diferentes realidades socio-políticas e históricas de los
pueblos que están sometidos al yugo imperialista de distintos estados burgueses
y reaccionarios que oprimen y anulan la capacidad de decidir de los pueblos y
sus clases trabajadoras. Y, en algunos marcos específicos como el del Estado
Español, habrá que tratar el colaboracionismo y el negacionismo de ciertas
organizaciones autoproclamadas “internacionalistas” y “comunistas”. Este será
un análisis realizado desde un punto de vista independentista, y en coherencia
con este principio, revolucionario.
Existen
en el mundo innumerables países que durante siglos han sido colonizados, desposeídos
y oprimidos por estados capitalistas que han visto en su sometimiento un gran
número de posibilidades para aumentar el privilegio y el gran capital
financiero de sus burguesías. Para ello ha sido necesario una serie de
políticas asimiladoras y de imposición de los elementos más fundamentales para
que los pueblos oprimidos no encuentren factores diferenciadores entre su realidad política, social, económica,
cultural e histórica, y la realidad artificial que ha engendrado el
imperialismo para normalizar la situación de encadenamiento y falta de libertad
que padecen los pueblos y sus clases trabajadoras. Es la principal norma que
rige todo proceso colonizador, alinear, imponer y hacer ver y entender que un cántabro
oprimido lo es tanto y de la misma forma como lo es un catalán oprimido, es
decir, crear un nexo de unión no entre trabajadores, sino entre realidades
antagónicamente diferenciadas y que en consonancia, deben ser estudiadas de
manera concreta y específica para adoptar soluciones concretas y específicas. No
es más que llevar a cabo el principio marxista de “análisis específico para realidades y épocas específicas”.
Tras
los procesos colonizadores en los que ya se ha perpetuado y afianzado la clase
dominante sobre el pueblo dominado, este pueblo sin conciencia ni identidad,
pierde toda capacidad de entender y ver las cosas por sí mismo y se transforma a
las condiciones específicas que se desarrollan en aquella realidad tan distinta
de aquella que tratan de imponer. El propio capitalismo, él mismo, llevando a
cabo la explotación de los recursos naturales y los medios de producción de los
pueblos, crea condiciones diferenciadoras, contradiciéndose a sí mismo y
perjudicando a sus intereses homogeneizadores que persiguen un beneficio tanto
político como económico a través del robo y la posesión de los medios y de sus
fuerzas productivas.
Por
tanto, podemos afirmar que el capitalismo es internacional y no entiende de
fronteras, pero que para satisfacer sus necesidades se desarrolla de manera
particular en un país u otro, originando las propias condiciones que
necesitarán de análisis y praxis concretas, entendiendo y reconociendo el marco
territorial en el que se producen. En consonancia con estas cuestiones, se
deben de realizar profundos estudios que nos conduzcan a trazar estrategias y
tácticas de las que se puedan extraer conclusiones para posteriormente
llevarlas a la práctica. En el caso de Andalucía, por andaluces y andaluzas de
conciencia que conozcan y padezcan en primera persona la actual coyuntura
socio-económica y política en la que se encuentra inmerso el Pueblo Trabajador
Andaluz, en un contexto de dependencia y de crisis estructural en el sistema
capitalista. De nada sirve a la realidad andaluza la elaboración de análisis y
estrategias que se ajustan al marco artificial del Estado Imperialista Español,
pues bajo su poder se encuentran una serie de pueblos trabajadores que
requieren de análisis y tácticas propias. Si en cualquier momento se impulsaran
políticas unificadas en cuanto al marco estatal se tratase, fracasarían de la
misma forma que han fracasado bajo los sucesivos gobiernos españoles desde la
creación de ese invento imperialista llamado España.
Ante la República
Española Federal o Confederal: Repúblicas de los Pueblos
Esta
cuestión es aún analizada y debatida entre los diferentes movimientos
anticapitalistas y revolucionarios en el Estado Español. Por un lado, están
aquellas organizaciones que defienden una República Federal en la que, ya constituida,
según qué pueblos pudieran ejercer el derecho de autodeterminación, pero, ¿qué
pueblos obtendrían este derecho? Las organizaciones que defienden este modelo,
se acogen al marco constitucional en el que se declaran como “nacionalidades
históricas” a País Vasco, Catalunya y Galicia, reconocimiento que se debe a que
antes de estallar la Guerra Civil sus Estatutos de Autonomía estaban aprobados
o en proceso de aprobación. Nos planteamos otra pregunta: ¿Y el resto de
pueblos, podrían ejercer este derecho cuando y como no se les reconoce como
tal? Acogiéndonos a los documentos de partidos políticos como el PCE, no. Pues
estos “comunistas” entienden que España es una nación, y que en ese mismo
Estado Español conviven diferentes nacionalidades como la vasca, gallega,
catalana o española, pero en ningún momento ni bajo ninguna circunstancia
reconocen la naturaleza imperialista de España, su estatus de cárcel de
pueblos, que somete y explota a pueblos como Aragón, Asturies, Andalucía,
Castilla, Canarias, Cantabria, Catalunya, Galiza, Extremadura, Euskal Herria,
País Valenciá, Illes Balears o el Rif. ¿Y el derecho de autodeterminación para
estas naciones? ¿No existen o sólo obtienen el trato de regiones de España?
¿Cómo en una futura República Federal o Confederal iban a ejercer el derecho a
decidir por sí mismas si ni siquiera se reconoce su estado se sometimiento?
Independientemente
del no reconocimiento y de la postura negacionista del PCE u otras
organizaciones “comunistas” que mantienen su mismo posicionamiento, es
necesario detenerse para analizar las condiciones y las formas de organización
de esa hipotética República Federal o Confederal. Como dan a entender sus
documentos públicos o sus discursos, tras establecer la República Federa o
Confederal Española cada pueblo (el que sea reconocido como tal) sería libre
para separarse o seguir manteniendo una unión territorial y política con
España. Los defensores de la III República Española, persiguen la creación de
un estado federal o confederal sin contar con que, sin la previa independencia
de los diferentes pueblos sojuzgados por el Imperialismo Español esta acción no
conllevará libertad o capacidad de movimiento, sino sumisión e imposición.
Entienden el estado del mismo modo que la burguesía, es decir, como una
estructura impuesta con un carácter jerárquico sobre el pueblo. Mientras que
desde los movimientos de liberación nacional y social deberíamos, teniendo en
cuenta el devenir histórico, promover un federalismo opuesto al concepto
burgués del estado, un federalismo formado desde abajo hacia arriba, que
asegure tanto la soberanía individual como la colectiva, ejerciendo así un
federalismo emancipador y revolucionario. El republicanismo españolista acepta
las fronteras trazadas por quienes concibieron a España como lo que es y será
siempre, un invento imperialista que nace desde el sometimiento de los
diferentes pueblos peninsulares y la explotación de sus clases oprimidas.
Siempre en una supuesta defensa del internacionalismo y de la solidaridad, pero
bajo el marco “español”. Un marco político, que no es un más que un marco
artificial, tanto geográfico como cultural o social. ¿Por qué un marco
estatalista español y no ibérico, mediterráneo o mundial? Pues porque, de una
manera u otra, siguen defendiendo la idea de España, y España seguirá siendo la
que oprime el derecho al libre desarrollo de los pueblos, de su emancipación
nacional y de clase. No importa el apellido que se le adjunte a España, ni la
forma de estado, sí importa que perpetuando y continuando su superestructura
capitalista seguirá perpetrándose la opresión hacia los pueblos y sus clases
trabajadores, como el robo y expolio de sus riquezas. Ya el Padre de la Patria
Andaluza, Blas Infante, se pronunció al respecto: “Ved que no puede existir unidad o solidaridad sin amor, ni amor sin
respeto mutuo o libertad” (1). Esta idea expresa algo ajeno al análisis tercerrepublicanista,
y es que siglos de sometimiento, imposición, y opresión en todos los aspectos,
no se pueden solventar tras un cambio político en el Estado Español, sino con
la ruptura democrática respecto al Estado Español y la liberación total de los
pueblos esclavizados. Quienes vivimos una realidad precisa, tan distinta de
aquella que han tratado de imponernos los sucesivos gobiernos españolistas y
reaccionarios, no podemos tolerar estrategias uniformes que no atienden a las
necesidades reales de nuestro pueblo. En este sentido, Lenin llegó a afirmar
que: “La teoría marxista exige de un modo
absoluto que, para analizar cualquier problema social, se le encuadre dentro de
un marco histórico determinado, y después, si se trata de un solo país, que se
tengan en cuenta las particularidades concretas que distinguen a este país de
los demás dentro del marco de una y la misma época histórica” (2).Teniendo
en cuenta esto, podemos afirmar que la totalidad de las organizaciones y
partidos auto-proclamados “comunistas” tanto teórica como prácticamente no
llevan a cabo esta reflexión. La apuesta
de las izquierdas independentistas revolucionarias debe ser clara y firme,
opuesta a España y sus diferentes configuraciones, y orientada hacia la lucha
por la independencia y el socialismo. Por las Repúblicas Socialistas de los
Pueblos.
El
internacionalismo proletario en la práctica
Para
ejercer un internacionalismo real, solidario y netamente revolucionario, hay que llevar a la
práctica la ya elaborada y determinada estrategia. Plasmar el principio
leninista: “No hay práctica
revolucionaria sin teoría revolucionaria y viceversa”. En el escenario
internacional actual, teniendo en cuenta la coyuntura de crisis estructural del
sistema capitalista, es necesaria la unidad entre movimiento con principios y
objetivos comunes, en busca del apoyo mutuo y la acción coordinada entre
diferentes organizaciones de distintos países. La unidad si tiene finalidades
revolucionarias y el mantenimiento de las mismas, debe de plantearse entre
iguales. Es decir, la izquierda revolucionaria e internacionalista no puede
organizarse o coordinarse con organizaciones que no defienden tanto o de la
misma forma la liberación nacional como la liberación de la clase obrera. Y en
coherencia con esto, se deben de clarificar posiciones ante los partidos que
han traicionado a la clase obrera, que desvirtúan la lucha revolucionaria y la
desvían hacia parámetros exclusivamente electoralistas. Es una labor
obligatoria para cualquier revolucionario analizar tanto la teoría como la
práctica de quienes tras una falsa postura revolucionaria, llevan décadas
actuando como elementos inmovilizadores del proletariado y deformando el
discurso revolucionario por el discurso reformista y pequeño-burgués, formando
parte de las estructuras capitalistas y de esta forma legitimando su poder
sobre el pueblo.
Por
ello, nos comprometeremos en fomentar y posibilitar la unidad entre la
izquierda independentista y revolucionaria, en vertebrar un proyecto común en
el que las distintas organizaciones independentistas y revolucionarias se
coordinen entre sí mismas para actuar en distintos ámbitos donde es necesaria
una política colectiva en la que todas tengan las mismas oportunidades
para la toma de decisiones. Hasta ahora
no ha existido ninguna coordinadora u organización internacional donde los
distintos pueblos oprimidos y sus respectivas organizaciones, se encuentren y
elaboren estrategias y tácticas que puedan ser ejecutadas conjuntamente.
Estructuras organizativas que se adapten a las necesidades específicas de todos
y cada uno de los pueblos organizados, tanto geográficas como políticas y
sociales. Un proyecto estable, organizado, estructurado, que sirva como
conector de las luchas de los pueblos y sea capaz de unirlas para un fin común,
por el derrocamiento de los estados capitalistas y del imperialismo
internacional, y por la independencia y el socialismo para todos los pueblos
trabajadores sometidos y explotados.
Uno de
los más comunes errores que cometen organizaciones y sus miembros, es que
tratan de reproducir las mismas estrategias o análisis para realidades opuestas
no sólo en las condiciones materiales, sino también históricas. Pues en algunos
acontecimientos revolucionarios, esta práctica ha derivado en un fracaso
rotundo. Esta referencia es clarificadora: “No
debéis copiar nuestra táctica, sino analizar por cuenta propia las causas de su
peculiaridad, las condiciones y los resultados de esta táctica, aplicando en
las condiciones locales no la letra, sino el espíritu, el sentido, las
lecciones que brinda la experiencia del período de 1917-1921” (3). Por
positivos y clarificadores que hayan sido los distintos procesos revolucionarios
en la historia, se debe de teorizar y practicar a raíz de profundizar en la
realidad adscrita a un marco en el que la situación concreta debe de, en
consecuencia, contar con estrategias y luchas concretas. Los andaluces jamás copiaremos a otros pueblos, sabemos de sobra crear
originalmente. El éxito revolucionario que se produce en un país, puede
resultar el mayor desastre en
cualquier otro. Así pues, la práctica revolucionaria establece que, elaborando
la teoría y posteriormente ejecutándola, los procesos revolucionarios tendrán
la mayor o menor eficacia según la realidad específica.
El
internacionalismo si es proletario y coherentemente revolucionario sólo tiene
un camino, y es el de la lucha solidaria y conjunta entre los pueblos trabajadores
por liberarse del yugo imperialista y conquistar el poder. Para esta tarea, se
deben de reconocer los ámbitos de actuación, y el compromiso en la lucha
revolucionaria en oposición al reformismo parlamentarista y las estructuras del
sistema capitalista. La unidad sólo podrá ser ejercida en igualdad de
condiciones, y para formar parte o no de un marco territorial y político, el
pueblo deberá ser dueño de su libertad para poder decidir por sí y para sí
mismo.
Notas:
1.-
Manifiesto Andalucista de Ronda, 1919.
2.- Problemas
de política nacional e internacionalismo proletario, 1913-1916 (Lenin).
3.-
Sobre el internacionalismo proletario, 1921 (Lenin).