jueves, 10 de marzo de 2011

Con Fanon ayer y hoy



Presentamos a nuestros/as lectores/as un nuevo texto para enriquecer el pensamiento y formación del marxismo-leninismo andaluz. 

Sin embargo, no dejamos pasar esta oportunidad para señalar que hemos inaugurado en días pasados una sección audiovisual videoteca, en la que ya hemos incluido dos interesantes fragmentos referidos al revolucionario afroamericano Malcolm X. El primero de ellos una entrevista realizada por la televisión burguesa francesa en 1964, con ocasión de la visita a París de Malcolm. El segundo una noticia de la muerte de Malcolm X en la misma televisión justo el día después de su asesinato, que tilda al líder afroamericano como “el más extremista y el más violento” del nacionalismo negro estadounidense. Junto a la noticia, una entrevista a un simpatizante y periodista francoafricano, Melvin Van Peebles. 

En referencia al texto que publicamos en esta entrada, se trata de un trabajo del filósofo caribeño Nelson Maldonado-Torres en referencia al marxista y antiimperialista martiniqués Frantz Fanon. Este año 2011 coincide con el 50º aniversario de la muerte de Fanon, y Maldonado-Torres sugiere en este documento algunas líneas maestras para valorar en su justa medida al genial psiquiatra y revolucionario caribeño. 

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Con Fanon, ayer y hoy

Nelson Maldonado-Torres.

Hace poco más de cincuenta años el gran pensador y veterano martiniqués y argelino Frantz Fanon escribió, “La explosión no tendrá lugar hoy.  Es demasiado pronto…o demasiado tarde” (1973:7). Fanon escribió estas palabras luego de haber participado con la resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial, y antes de haber llegado a Argelia y unirse al Frente de Liberación Nacional.  Su participación en ambas guerras tenía algo en común: su oposición al racismo, al imperialismo, al colonialismo, y ante la deshumanización de unos pueblos y sujetos por otros.  Explosiones hubo por doquier durante esas guerras, y aun así, la persistencia de los problemas que Fanon confrontó entonces indica que “la explosión” que los llevaría a un final todavía no ha llegado, y no es seguro si llegará.

Es en esas mismas condiciones existenciales e históricas que, en un sentido, todavía nos encontramos hoy, cincuenta años a partir de su muerte. Si bien es cierto que las relaciones coloniales formales no son ni tantas ni tan obvias como lo fueron entonces, habría que también admitir que todavía existe un patrón de poder global y un universo de representaciones simbólicas fuertemente enraizados en la larga historia de las relaciones coloniales modernas, incluidos aquí, entre otros, el racismo, la esclavitud, y el genocidio modernos.  Muy en línea con Fanon, el sociólogo peruano Aníbal Quijano se refiere a esto como la colonialidad del poder y la pensadora Jamaiquina Sylvia Wynter el nuevo “propter nos”, o discurso civilizatorio, de la modernidad. 

A la luz de esto, el reto hoy continúa siendo luchar contras las relaciones formales de colonización, así como diseñar estrategias de oposición y cambio con respecto a las dimensiones coloniales, racistas, y deshumanizadoras de los estados-nación y de un patrón global de poder que no puede denominarse meramente como capitalista.  Fanon mismo nos aconsejaba en su clásico Los condenados de la tierra a evitar planteamientos que reducen el problema del colonialismo y el racismo a uno de clase: "En las colonias, la infraestructura es igualmente una superestructura. La causa es consecuencia: se es rico porque se es blanco, se es blanco porque se es rico. Por eso los análisis marxistas deben modificarse ligeramente siempre que se aborda el sistema colonial" (1977:34).  Cincuenta años después de su muerte, nos falta mucho todavía hoy por entender y asimilar todas las dimensiones de esta sentencia fanoniana, sobre todo dentro de círculos de izquierda.

Los problemas que Fanon observó y diagnóstico en las colonias nunca fueron relevantes sólo en ellas.  La colonialidad del poder, del ser, del conocer, y del género (ver el trabajo de L.Gordon, R. Grosfoguel, M. Lugones, W. Mignolo, A. Quijano, B. de Sousa Santos, C. Walsh, y S. Wynter entre otras y otros), se forjó en la colonia, en el barco con esclavos, en la plantación, en el espacio íntimo de la casa, en el estado, y en la relación entre imperio y colonia, y entre centro y periferia.  De allí se expandió de múltiples formas, de modo que hoy en día está por doquier y nos afecta a todos.  A la vez, no es extraño que la colonialidad se muestre de forma particularmente viciosa con relación a sujetos racializados y a aquellos provenientes de colonias actuales y antiguas. Por eso es que hoy, cincuenta años tras la muerte de Fanon, su pensamiento sea altamente relevante no sólo con respecto a entender las dinámicas de la “colonialidad global”, sino también con respecto a los modos de exclusión encontrados y los esfuerzos de re-humanización organizados por descendientes de esclavos y sujetos coloniales, al igual que de migrantes provenientes del Sur Global a las metrópolis y ciudades de los antiguos imperios, entre otros grupos de sujetos cuya misma humanidad está en cuestión.

Si bien Fanon visitó una Europa que había sido visitada recientemente por excesos de la colonialidad, manifestada en la hybris imperialista y racista hitleriana, hoy en día Europa es frecuentada más que nunca antes por los sujetos coloniales procedentes de regiones donde se ingeniaron elementos cruciales de la colonialidad.  Y es con respecto a estos que Europa continúa mostrando su manera usual de esconder los problemas que ella misma crea y que otros sufren, y de patologizar las comunidades y los movimientos que protestan o buscan cambio.  Algo similar también ocurre en los Estados Unidos, con su ataque a migrantes de habla hispana y otras comunidades de color, y no es extraño encontrar actitudes parecidas en las élites del Sur Global.

Hoy todavía más que ayer Fanon es relevante no sólo en la colonia, sino también en la metrópolis. Y es allí, en la metrópolis, donde se dice que no hay racismo porque sólo hay ciudadanos, mientras “ciudadano” significa sólo un tipo particular de ser humano que no admite ni acepta elementos fundamentales de la humanidad de comunidades y sujetos que son percibidos como fuera de la norma. Es allí también donde la denuncia del racismo y la afirmación de la humanidad completa de los sujetos excluidos y deshumanizados llevan a tildarlos de esencialistas, es decir, a re-patologizarlos, o a decir que confunden el problema porque usan tecnicismos particulares como “poscolonialismo” u otros. Todavía hoy, en la metrópolis, como en otros lados, las derechas se juntan con las izquierdas al momento de negar o silenciar el racismo, y al momento de deslegitimar a grupos sociales que desafían las normas interpretativas modernas, ya sea liberales, conservadoras, o marxistas, que presumen dictar lo que es acción social y política.  No es extraño pues, que a la luz de tales afrentas, estos sujetos encuentren apoyo en Fanon, y sobre todo en un Fanon que nunca puso el método por encima de la gente y que estaba muy familiarizado con las tramas complejas del racismo y la colonialidad.

Poner en acción el pensamiento de Fanon conlleva hoy no sólo celebrar sus palabras y actos, sino participar en la descolonización y des-racialización de la sociedad y el estado en que uno habita y del mundo. Es ese compromiso con los condenados en el presente, más que con una futura posible o imposible “explosión” y muchos menos con la patologización y re-patologización de grupos a los que les importa su identidad cultural, que mejor refleja una acción fanoniana hoy. Los “condenados” también tienen sus retos, y el pensamiento de Fanon ayuda tanto a la auto-crítica como a la formulación de metodologías y estrategias para construir lazos entre comunidades distintas de condenados. Desde el Caribe hasta Francia, de Francia a Argelia, de Argelia al resto de Africa y a Estados Unidos, de Estados Unidos a América Latina, y de América Latina a Asia, tales, y muchas otras, pueden ser las conexiones y trayectorias diversas de la acción descolonial. Todavía aquí Fanon tiene demasiado que decirnos.

Fanon escribió “pertenezco irreduciblemente a mi época.” Con todas las diferencias significativas entre el mundo en que Fanon vivió y el nuestro, quizás nos toque todavía admitir que continuamos perteneciendo tanto a la época como al pensamiento vivo de Fanon. La descolonización es un proyecto inconcluso.

BIBLIOGRAFÍA

Frantz Fanon (1973) Piel Negra, Máscaras Blancas (Editorial Abraxas, Buenos Aires).
Frantz Fanon (1977) Los condenados de la tierra (Fondo de Cultura Económica: México)