miércoles, 22 de junio de 2011

Contra la tendencia antiorganización en la izquierda independentista andaluza


La consideración que se tenga sobre el papel del partido y las organizaciones del proletariado andaluz es una piedra angular a partir de la que podremos construir revolución. El artículo que incluimos, publicado en formato papel en la revista Independencia (septiembre 2010), incide en la importancia de no perder esta perspectiva en la lucha cotidiana. Si en su momento tenía vigencia por las derivas reformistas o aventureras que existen en la organizaciones y en la izquierda andaluza antiimperialista en general, en la actualidad el texto cobra plena vigencia. El trabajo "Contra la tendencia antiorganización en la izquierda indepedentista" del camarada Yuder insiste en las concepciones leninistas de organización. En el valor de no dejarse llevar y mantener bien claro el orden de prioridades en la lucha. Nada más indicado en la coyuntura actual, en los que se vuelven a reeditar fórmulas del tipo "foro social", "semanas de lucha social" o "acampada 0,7", y se multiplican las citas electorales.
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CONTRA LA TENDENCIA ANTIORGANIZACIÓN EN LA IZQUIERDA INDEPENDENTISTA ANDALUZA

por Yuder

...El sin partidismo en la sociedad burguesa no es sino una expresión hipócrita, encubierta y pasiva de pertenencia al partido de los que están ahitos, al partido de los que dominan, al partido de los explotadores(... ...)
Pero esta indiferencia no equivale a la neutralidad, a la abstención de la lucha, pues en la lucha de clases no puede haber neutrales, en la sociedad capitalista no es posible “abstenerse” de participar en el cambio de productos o de fuerza de trabajo...[1]


Después de casi 20 años de existencia de expresiones organizadas de la izquierda independentista y revolucionaria en Andalucía, l@s independentistas andaluces/zas continuamos arrastrando ciertos lastres fruto de concepciones políticas ya superadas, que en la actualidad entorpecen la maduración de nuestro proyecto de liberación andaluza. No podemos permitirnos por más tiempo seguir reproduciendo errores que ralentizan el desarrollo de nuestro proyecto liberador. Errores que dan más tiempo para reaccionar al estado imperialista español. Es el momento, como decía un compañero, de la “paciencia impaciente”, de pensar y actuar para transformar nuestros pueblos y barrios desde el presente. Sin prisa pero sin pausa, la construcción de una Andalucía libre y socialista no puede esperar por más tiempo.

En estos 20 años la izquierda independentista andaluza ha experimentado avances importantes. Disponemos de expresiones organizadas en lo político y en lo juvenil, y nuestra presencia va en aumento de forma patente en lo sindical, en lo cultural y en otras formas de asociacionismo andaluzas. Este crecimiento tiene aspectos eminentemente positivos evidentes, pero conlleva también la pervivencia de una serie de concepciones negativas que hasta este momento no hemos sabido combatir con suficiente energía.

Actualmente, se hace palpable una tendencia antiorganización, antipartido, en el seno de nuestro movimiento. Tendencia que existe tanto dentro de nuestras organizaciones como entre simpatizantes. Las inclinaciones antiorganización se expresan de diferente forma, aunque sus síntomas se repiten de manera constante. En lo esencial, l@s antiorganización  pretenden convertir a l@s militantes independentistas en militantes “sociales”, y a la izquierda independentista en un colectivo social tipo ONG. Su visión de la base social independentista andaluza es la de una masa amorfa, volátil y sin referentes políticos claros. Según esta tendencia las organizaciones independentistas pueden valer igual para un roto que para un descosido, y en ellas debe reinar la cortedad de miras, la ausencia de estrategias y tácticas definidas y la inexistencia de una línea política propia más allá de la coyuntura y las apetencias espontáneas de sus militantes. Pretende negar la importancia de construir una organización de izquierda independentista que sea reconocida como vanguardia política por los sectores más avanzados del Pueblo Trabajador Andaluz. Reduce lo político a lo única y exclusivamente electoral, cayendo en un electoralismo estéril, en una búsqueda imposible de réditos a corto plazo, que coarta la capacidad de acción política.

La desorientación política, debido a la juventud de algun@s militantes independentistas, y el relajamiento en la formación y el debate en las organizaciones han sido los causantes de la aparición de estas posiciones erróneas.

Los antiorganización no aspiran a la Revolución Andaluza. No se plantean el problema de la conquista del poder como una posibilidad real. No aspiran a la victoria porque consciente o inconscientemente ya han dado la batalla por perdida. Renunciando a la necesidad de poseer una organización política cada vez más capacitada para tal reto, renuncian a que el Pueblo Trabajador Andaluz asuma las riendas del poder político y creé una República Socialista Andaluza.

Esta tendencia viene a proponer en vez del aumento necesario del grado de organización, la desorganización de nuestras fuerzas. En vez del debate político en torno a una estrategia y tácticas cada vez más ajustadas a las necesidades reales del Pueblo Trabajador Andaluz, la vaguedad en las formulaciones políticas de la izquierda independentista andaluza. En vez de una propuesta política antiimperialista y revolucionaria andaluza, la disolución de nuestro proyecto en función de las necesidades de otros movimientos y organizaciones.

Los antiorganización argumentan frecuentemente que su actitud es debida a que “pretenden romper el aislamiento social” en que se haya la Andalucía rebelde. Aquellos que apostamos por una izquierda independentista andaluza cada vez más y mejor organizada, más influyente en la realidad andaluza, somos acusados por ell@s de sectarios, aislacionistas, iluminados... Sin embargo, este aislamiento es extensible a toda la izquierda extraparlamentaria que hace trabajo político en nuestro país. Desde luego que los antiorganización se sentirán acompañados asistiendo a esas reuniones unitarias que les son tan queridas, junto a otros que como ell@s también se sientan aislados socialmente. Pero olvidan dos elementos para entender ese aislamiento que tanto les molesta, y sin los que les será imposible quebrarlo por muchas reuniones unitarias a las que asistan:

- Si tenemos en cuenta la máxima marxista de que las ideas dominantes en una formación social dada son las  ideas de la clase dominante, ese aislamiento es lógico y coherente con nuestra realidad. Todas las organizaciones revolucionarias, incluso las mejor organizadas, han sentido ese aislamiento hasta alcanzar al menos coyunturas prerrevolucionarias.  En una Andalucía dependiente y española como la actual, lo extraño es que no sufriéramos esa separación del grueso del Pueblo Trabajador Andaluz. En caso contrario, sería síntoma de que nuestras propuestas no representan un proyecto político antagónico con el sistema dominante actual.

- El modo de conectar con el Pueblo Trabajador no es diluir el proyecto revolucionario andaluz en un maremagnum de redes, “plataformas unitarias” o electorales, todas ellas salvavidas de náufragos políticos donde abundan los escarmentados del reformismo españolista del PCE en diferentes momentos y con diferentes siglas, sino fortalecer la izquierda independentista andaluza construyendo y fortaleciendo sus organizaciones. Tanto la organización política como lo juvenil, lo sindical, lo cultural, lo feminista, lo antifascista... Son los instrumentos para quebrar ese aislamiento en el día a día, organizados en un todo coordinado de las diferentes luchas y frentes.

La teoría de la “neutralidad”, de la “independencia” de los colectivos es también otro argumento usual que esgrimen los antiorganización. Sin embargo, esta concepción organizativa por un parte viene precisamente a ahondar en ese aislamiento de l@s independentistas andaluces/zas, sustituyendo el intercambio de información, la discusión y la acción coordinada por un “sálvese quién pueda”. Sustituyendo la construcción colectiva y coordinada de una línea política, de una estrategia y de una táctica, por una acción política fragmentada y corta de miras. Y por otra fomenta un individualismo estéril, rayano en posiciones intelectualistas, que ya ha sido definidas desde hace más de un siglo por los revolucionarios: ...para el individualismo propio de intelectuales que se manifestó ya,(... ...) descubriendo su inclinación hacia los razonamientos oportunistas y anarquistas, toda organización y toda disciplina proletarias son un régimen de servidumbre...[2]

Pero junto a los errores de nuestro movimiento, que comentábamos más arriba, no somos ignorantes de los intereses de nuestros enemigos. La incipiente izquierda independentista andaluza ha demostrado que no es flor de un día. A pesar de su base social reducida, ya son varias las generaciones de militantes que se han incorporado a la lucha nutriendo de renovadas energías a las diferentes organizaciones. Este hecho inquieta a las clases dominantes. Y no solo a ellos, sino a toda la superestructura, de la que partidos institucionales, sindicatos vendeobreros y organizaciones de jóvenes-adocenad@s-a-la-búsqueda-de-un-sillón forman parte. Si para los imperialistas somos un enemigo a batir, para los partidos y sindicatos “progresistas” mantenidos por el sistema, somos una competencia futura que les desagrada profundamente. Lejos han quedado para ell@s los sueños revolucionarios si es que alguna vez los  tuvieron, y las cuotas de poder son su preocupación actual. Somos ejemplo de que se pueden hacer otras propuestas en clave radicalmente andaluza, de que se puede hacer trabajo político desde la base y de clase. Testimonio de que aún queda una parte del Pueblo Trabajador Andaluz que no se deja engañar tras más de treinta años de mentiras.

Para tod@s ell@s, fomentar las tendencias antiorganización es la mejor manera de descabezar a la disidencia andaluza. Sin organización política de vanguardia, no hay movimiento revolucionario que tenga posibilidades de victoria. Esa fórmula leninista la conocen bien las clases dominantes, y pretende aplicársela a los independentistas andaluces en sentido inverso. La izquierda independentista andaluza necesita mejorar y reforzar sus estructuras organizativas. Contamos con un grado de organización aún no lo suficientemente desarrollado, y la historia del movimiento revolucionario mundial nos ha mostrado que no puede haber revolución sin organización revolucionaria suficientemente preparada. Sabemos pues que no habrá Revolución Andaluza si no nos preparamos para llevarla a cabo.

Fenómenos como el seguidismo y la emulación, el electoralismo, el individualismo o la neutralidad, se producen fruto de esta tendencia, sea conscientemente propagada o reproducida de forma inconsciente e ingenua. Todos estos fenómenos coinciden en un punto: debilitar las expresiones organizadas de la izquierda independentista andaluza, mermar nuestra capacidad de análisis colectivo y de establecimiento de estrategias y tácticas por nosotr@s mism@s ya sea omitiéndolas, convirtiéndonos en dama de compañía de unidades de izquierda “amplias” o haciendo de las organizaciones independentistas siglas de relleno para legitimar plataformas o electoralismos varios.

Si la tendencia antiorganización crece, amenaza con cavar la tumba de la Revolución Andaluza. Podrá persistir algo de la izquierda independentista como elementos aislados, inconexos y deformes, pero nuestras posibilidades de victoria se desvanecerán. La tendencia antiorganización se constituye en un elemento reaccionario que no deja avanzar el movimiento, y siembra la confusión entre aquellos que se acercan a nuestras organizaciones por primera vez. Sus consecuencias no son solo las que podamos ver hoy, sino que tendremos que sufrirlas a medio y largo plazo si no establecemos desde ahora una lucha resuelta contra estas posiciones políticas capituladoras. El debate incansable con tod@s l@s compañer@s, la lucha en todos los frentes por establecer una acción coordinada y conjunta, y el fortalecimiento de las organizaciones independentistas se deben constituir como el mejor remedio contra esta tendencia. Nos va en ello la liberación del Pueblo Trabajador Andaluz.


[1] V.I.Lenin , El partido socialista y el revolucionarismo sin partido, Novaya Zhizn, noviembre-diciembre de 1905. En V.I. Lenin, Acerca de los sindicatos, Akal, Madrid, 1975, pag, 210.
[2] V. I. Lenin, Un paso adelante, dos pasos atrás, Obras escogidas vol. I, pag. 414, Moscú, 1961.